Es evidente que los Estados Unidos de América son un crisol de culturas. ¿Dónde más se puede encontrar a un suizo peleando con un irlandés en la lucha por un campeonato estampado con ese símbolo tricolor del destino manifiesto que es la bandera de Estados Unidos?.
Eso es lo que nos encontramos en el Allstate Arena de Chicago, donde el irlandés Sheamus defendió con éxito su Campeonato de Estados Unidos contra el suizo Cesaro en una pelea que trasciende razas, colores y credos.
Nada más sonar la campana, Sheamus bombardeó a Cesaro con patadas y puñetazos antes de que el Rey del Swing le enganchara por el cuello y lo subiera por los aires con una fuerza animal. Aún así, si alguien tenía ventaja en los primeros minutos era el defensor del título. Por la forma en que golpeó el pecho de Cesaro con los Golpes del Bodhran, parecía que esto podría acabarse a las primeras de cambio.
Eso fue hasta que el Guerrero Celta se impulsó con la plataforma del ring y metió su barbilla directamente en el codo de Cesaro, que pasó al ataque con movimientos enérgicos. En un momento dado, el suizo agarró la cara de Sheamus con ambas manos y hundió los dedos en las cuencas de los ojos del irlandés. Más tarde, cuando los dos hombres estaban agotados y de rodillas, Cesaro abofeteó a su rival en la cara tantas veces que los aficionados perdieron la cuenta.
La frustración parecía instalada en el Guerrero Celta cuando se subió al segundo tensor y dejó caer una rodilla sobre su enemigo tres veces consecutivas. Cuando Cesaro se recuperó de eso y evitó un intento de 'Cloverleaf' del campeón, Sheamus pareció entender de pronto que la fuerza bruta no iba a vencer a este tipo.
Mientras Cesaro continuó mostrando todo su arsenal entre lo que se pudo ver el extraño movimiento del Tobogán Alpamare y uno de sus clásicos Swings con tantas vueltas que parecía que Sheamus iba a vomitar en el centro del ring, el Guerrero Celta esperaba su oportunidad. La encontró en el momento en el que el suizo le liberó después de muchos giros y consiguió un 'roll-up' tan rápido que el suizo no se podía creer el inesperado pero eficaz final.
